RECONOCIMIENTO A UNA VIDA
Corría el mes de noviembre de 1978 cuando Benjamín Palencia, pintor de reconocido prestigio en los ámbitos artísticos oficiales, tanto nacionales como internacionales, culminaba su carrera artística con la asistencia a la inauguración del Museo de Albacete presidida por la reina de España Doña Sofía, cuya sección de Bellas Artes albergaría desde entonces la extensa donación efectuada por el artista, de más de un centenar de obras.
Noviembre de 1978. Inauguración del Museo de Albacete. En primer término Benjamín Palencia y la reina Doña Sofía. Foto cedida por Museo de Albacete. |
En este mismo acto, se le comunicaría la concesión de la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, con lo que se ponía así un broche de oro a la labor desarrollada por Benjamín en el terreno artístico durante su larga y prolífica vida, colmada de reconocimientos.
Unos meses antes, había ingresado como miembro correspondiente en la Academia de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona por Alicante (15 de febrero de 1978).
¿CÓMO EMPEZÓ TODO?
Esta es la pregunta que muchos nos hacemos: ¿cómo es que Benjamín llegó a ser considerado una figura tan destacada en el mundo artístico? Solo se trataba de un chico sencillo, de condición humilde y sin mucha preparación.
Inscripción de nacimiento de Benjamín Palencia |
Era el octavo de diez hermanos[1] que vivían en un pequeño pueblo cercano a la capital, sin ningún antecedente artístico familiar pero quien desde muy joven venía manifestando una asombrosa facilidad para el dibujo que no pasaría inadvertida. Desde luego, creció en el ambiente menos propicio para el desarrollo de esa aptitud, al parecer innata; sin embargo, llegaría a ser una figura clave en algunos momentos de la historia del arte español sin que, aparentemente, nada hiciera presagiar este protagonismo.
El origen de todo ello hay que buscarlo en 1909, año en el que el Plan General de Carreteras del Estado incluye la realización de una carretera de tercer orden que, partiendo de Villarrobledo, pasaba por los caseríos de Moharras y Santa Marta para finalizar en Barrax[2].
Es en ese momento cuando Rafael López Egóñez, joven ingeniero de caminos[3] que contaba entonces con 26 años de edad, participa en la realización de la obra, residiendo probablemente en Barrax durante el tiempo de ejecución de la misma, extremo éste que no se ha podido confirmar, lo que propiciaría su encuentro con Benjamín, quien cumplía por entonces 15 años de edad y que terminaría, como todos sabemos, trasladándose a Madrid en compañía de Rafael –al que cariñosamente terminaría llamando tío–, bajo su tutela y protección, responsabilizándose éste de su formación.
El hecho de su traslado a Madrid quizás lo facilitó la posibilidad de que sus padres hubieran emigrado a la capital con antelación, pues no olvidemos que su padre ya no figura en ningún pueblo de la provincia del Censo de 1908, y sabemos que en el año 1900 el matrimonio se encontraba en Villarrobledo donde nacería María Ramona. En cualquier caso, sabemos que en Barrax continúa viviendo su abuela, su tío José Herreros y sus primas Salomé y Carmen, con las que mantendrá una larga relación epistolar[4].
Retrato de la prima de Benjamín, Carmen Herreros, fechado en 1924, recientemente adquirido por la Fundación " Museo Casa Ibáñez" de Olula del Río. |
¿QUIÉN ERA RAFAEL LÓPEZ EGÓÑEZ?
Rafael fue el único hijo nacido del matrimonio entre Julián López Valín[5] y Guadalupe Egóñez Gorrearán, y la persona más importante en la vida de Benjamín a quien se consagraría por completo, ejerciendo de verdadero padre y comprometiéndose en su formación académica y artística. Soltero hasta el final de sus días, la figura de Rafael López Egóñez siempre se ha mantenido en un segundo plano con respecto a la vida y actividades del pintor –probablemente fuera ese su deseo–; en cualquier caso, Benjamín Palencia también contribuyó a mantener esta situación, pues son esporádicas las ocasiones, dentro de las numerosas entrevistas que se le efectuaron a lo largo de su vida, en las que hace mención a Rafael, contribuyendo de este modo a mantener ese lado oscuro de su biografía.
Rafael López Egóñez en su domicilio. Foto aparecida en catálogo: Benjamín Palencia y el arte nuevo. Obras 1919-1936.Bancaja, 1994. Pág.264. |
En su prolífica vida de pintor solamente se le conoce la realización de dos retratos a su protector. En uno de ellos con Rafael en primer plano y unas marionetas al fondo,[6] evoca su admiración por el Greco aunque muy matizada por la estela de Gutiérrez Solana, y realizado probablemente alrededor del año 1918.
El otro lienzo –actualmente en el Museo de Albacete – sí que está firmado pero sin fechar y es probable que su ejecución se remonte a principio de la década de los años 20. La obra en cuestión fue ocultada por el artista con dos capas de pintura en un momento indeterminado. Con posterioridad, el lienzo fue reutilizado por el pintor, quien ejecutaría en el reverso el Retrato de las lilas (1946) que es la obra que figura en la donación realizada por el artista.
El descubrimiento de este lienzo pintado por ambos lados se realizó con posterioridad a la donación –ya fallecido Benjamín-, cuando fue sometido, entre otros, a un tratamiento de restauración que desveló la parte oculta, con la consiguiente sorpresa. Profundizando en el conocimiento de su persona, podremos estimar hasta qué punto influyó en la formación de Benjamín y en la orientación de su trayectoria plástica.
Parte superior del mismo cuadro una vez restaurado por Juan Aguilar. Museo de Albacete |
Poseedor de una notable fortuna, a su condición de ingeniero de caminos habría que añadir una amplísima formación cultural, no exenta de estudios artísticos[7], completado todo ello con la posesión de una amplísima biblioteca–sobre todo gráfica–, en la que se encontraban las revistas de arte europeas más vanguardistas. Sus grandes inquietudes literarias le estimulaban a frecuentar asiduamente estos círculos, en los que pronto introdujo a Benjamín, siendo conocida su buena relación con libreros y literatos. También se ocuparía inicialmente de la precaria formación cultural y artística del pintor, posibilitando su asistencia a las clases que impartía Elías Tormo[8] en la facultad de Filosofía, algo fuera del alcance del pintor de no contar con este vínculo paterno- filial.
La consulta de la especializada biblioteca gráfica de su “tío Rafael” –algo inusual en pintores de su tiempo– facilitó que Benjamín tuviera conocimiento casi inmediatamente de las últimas realizaciones plasmadas por los artistas que integraban las vanguardias europeas, con títulos difíciles de encontrar en la España de la época, a los que, sin embargo, Rafael estaba suscrito. Este hecho dotaría a Benjamín de la información necesaria sobre los nuevos movimientos artísticos que, desde finales del siglo XIX, convulsionaron la estética.
Su formación pictórica, además de la copia de obras de los grandes maestros, fundamentalmente del Greco, realizadas en el museo del Prado, la completaría asistiendo a la llamada “Academia Libre de pintura”, fundada por Julio Moisés, muy alejada de los ambientes novecentistas imperantes. En esta ocasión, posiblemente fuera su amigo, el pintor Bores, el artífice de su incorporación a estas clases, a las que asistirían junto a un pequeño grupo de pintores “renovadores” como Dalí, Maruja Mallo o Moreno Villa.
Rafael acabó destinado como ingeniero subalterno del Cuerpo de Caminos, Canales y Puertos a la Jefatura de Carreteras de Albacete, destino al que no se llegaría a incorporar tal vez pensando que ése no era el más adecuado para la formación de Benjamín.
Concediendo segunda prórroga. Gaceta de Madrid, nº 148. 28 Mayo 1925. Págs.1096-1097. ABC de 29-5-1925, pág.11. |
La capacidad económica que le respaldaba le permitió eludir este puesto solicitando una excedencia, situación en la que permanecería con breves intervalos hasta 1926. De este modo, entre excedencias y breves incorporaciones, fue dilatando en el tiempo su incorporación profesional en Albacete, llegando a solicitar una segunda prórroga en mayo de 1925 para demorar dicha incorporación; el impedimento que alegó, justificándolo con el preceptivo certificado facultativo[9] fue “su mal estado de salud”.
Rafael se incorporaría en 1926, como hemos dicho, esta vez al negociado de Construcción de Carreteras que tenía su sede en el ministerio –continuando de este modo en Madrid–, tomando posesión como Jefe de Sección en Obras Públicas hasta 1939. Ya en la posguerra sería sometido a un expediente de depuración que superaría sin demasiadas dificultades. Otro de los aspectos que debemos tener en cuenta en la formación de Benjamín, es la oportunidad que se le presentó de poder realizar numerosos viajes, tanto por la geografía española como por Europa y América, gracias al nombramiento de Rafael López Egóñez como delegado permanente de España para la Asociación Internacional de Congresos de Carreteras, que le obligaba a viajar constantemente, suponemos que muchas veces en compañía de Benjamín, pues en coincidencia con este hecho, el pintor desplegó una gran actividad expositiva en el extranjero, aunque con desigual resultado.[10]
Rafael falleció en 1951[11] de “larga y penosa enfermedad” según consta en su nota necrológica.
Corredor Matheos,[12] nos informa sobre una de las pocas “confesiones” que Benjamín le haría sobre su “tío”, realizadas al hilo de una conversación informal entre ambos, que el escritor conserva en una grabación de su archivo personal:
“…Mi tío Rafael era severísimo, más todavía. No me dejaba moverme, me prohibía terminantemente que saliera de noche, que llevara dinero. Que me moviera de este modo, que no hiciera esto, que tenía que hablar de este modo, que tenía que comportarme de este modo, porque me vigilaba absolutamente todo, pero con severidad. Y nunca sabías, porque nunca me daba un parecer de nada. Me reprendía todo. ¡Qué postura es esa! ¿Por qué te pones así? ¡A ver cuándo vas a aprender a ponerte esas cosas! Toda mi vida así. Y ahora, todo ese mundo ha ido desapareciendo, me he ido quedando sin mis seres más queridos. Y tengo esta disciplina, pero, claro, una cierta libertad, porque he estado sin poderme mover…”
SU AMISTAD CON JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.
Si providencial resultó el papel jugado por Rafael López Egóñez en la vida de Benjamín Palencia, no fue menor el desempeñado por Juan Ramón Jiménez, figura clave en la renovación poética de estos años en los que su influencia se dejaría sentir decisivamente sobre los integrantes de la generación del 27. La huella que dejaría en un Benjamín aún desconocido sería imperecedera, convirtiéndose, como acertadamente señala Fernando Huici,[13] en la segunda sombra tutelar y determinante del pintor.
Sobre el momento en que ambos se conocieron, disponemos –entre otros–de los datos que nos aporta el mismo Benjamín cuando participó en una entrevista[14] para TVE realizada por Joaquín Soler Serrano.
De la misma se desprende alguna imprecisión relativa a la edad que el pintor afirma tener en el momento en que conoció a Juan Ramón Jiménez, atribuible posiblemente al largo tiempo transcurrido.
Benjamín Palencia: El Platero pensativo, dedicado al poeta de Moguer, Juan Ramón Jiménez. 1971. Expuesto en la inauguración de la Galería Arteta, Bilbao |
A la pregunta del presentador sobre su encuentro con Juan Ramón Jiménez, Benjamín nos refiere:
“…fue el hombre que me descubrió, lo conocí a los 16 años en una exposición de pintores noveles en el Museo de Arte Moderno. Había unos 20 pintores. Yo mandé dos obras; una tenía dentro un retrato de Larra[15] en el fondo, y Juan Ramón, que era muy aficionado e iba a todas las exposiciones, descubrió esto… entonces hizo todo lo posible para encontrarme. Yo iba de muchacho a una librería que había en Caballero de Gracia que era de un alemán, que es donde iba Ortega, Juan Ramón; iban todos los filósofos…Yo entraba algunas veces a ver si me dejaban ojear algún libro de aquellos con dibujos que ponían en el escaparate y me ponía allí y hablaba con él; Juan Ramón habló que había en esta exposición dos cuadros muy importantes de un pintor que se llamaba Benjamín Palencia, que si lo conocía y que él tendría mucho interés en saber quién era. Cuando yo fui, después de algún tiempo, este Schumacher me preguntó:
–bueno chico ¿y tú que eres?
–Yo soy pintor.
– ¿Cómo te llamas?
–Benjamín Palencia.
–Hombre, te va a alegrar muchísimo, hay un poeta de Moguer muy importante, que es uno de los mejores poetas actuales, que quiere conocerte.
A mí eso me dio una alegría enorme, le dije:
–Bueno pero yo no soy nada, yo soy un chico que estoy estudiando…
–No importa, mejor, porque eres un hombre joven y él preguntaba: a ver si es viejo o es joven. Cuando vuelva Juan Ramón, ya le diré que yo te he conocido, dame las señas de tu casa y le hablaré.
Y así fue, me escribió una carta que aún conservo, diciendo que quería conocerme… entonces yo vivía en la calle Fernando el Santo, en el primer estudio que tuve…y me hizo una visita…”
Este primer contacto con Juan Ramón Jiménez se transformaría con el tiempo en sincera amistad y sería determinante en la inclinación lírica de la personalidad del pintor[16] como reflejan sus dibujos de entonces: sencillos, lineales “alla ingresca”, adscritos al nuevo clasicismo[17] y entroncando directamente con el concepto de “poesía pura” que propugnaba Juan Ramón.
Era el momento en que el retorno al orden se implantaba como corriente europea. Al impulso de esta amistad tan beneficiosa para el pintor, no sería ajeno Rafael López quien, como hemos visto, se desenvolvía cómodamente en los círculos literarios y era muy conocido en el entorno cercano a Zenobia Camprubí.[18]
El primer trabajo conjunto llegaría en 1920, el mismo año en que se conocieron; ese año Benjamín realizaría unos dibujos para ilustrar un conjunto de poemas de Juan Ramón titulado “Fuego y sentimiento” que publicaría parcialmente en el nº 2 de la revista Índice, quedando el resto inédito.
La colaboración entre ambos culminaría en 1923 cuando la biblioteca “Índice” publica el libro Niños conteniendo 73 dibujos de Benjamín Palencia y una emotiva y poética introducción sobre el pintor escrita por Juan Ramón:
“Ritmo alegre y feliz de este Benjamín español, sano y puro, que, escondido en su visión primaveral interior, – todavía revuelta de confuso entretiempo –, defendido de lo “grande” por la arisca enredadera de sus venas de sangre en irisada abstracción, se embriaga pintando líquida, aéreamente, – ávido ya y aún de la firme arquitectura secreta de lo claro–, flores, mujeres, aguas, cristales cielos, peces, niños...
Está nuestro pintor– un niño también casi– hundido todo él, como en un soleado mar hermoso, en la profunda virtud primera del artista: la sensualidad; - ese hacer lo que a uno le gusta, lo que a uno le da la gana, que es lo que hacen, hasta llorar, patear y pegar, -¡fuerte!-, si no los dejan, los perfectos artistas que son los niños; que es lo que están haciendo estos niños que van ahí delante de nosotros, por el libro-... Y en la expresión de esa sensualidad, - bien se ve en la breve y aguda colección presente, de su arte menor -, Benjamín va flechado a la síntesis. Sensualidad y síntesis... ¿Necesita otras armas, otras manos, el creador?
Aún suda risueño el creador, y agita su pelo,- que se silvestrea todavía, vegetal, faunesco, de su alma infantil -, ante la terrible belleza desnuda. Aún su voluble frenesí no separa enteramente.
Aún depende- colgado del hilo deleitable- de su propio milagro cenital, que, balanceándolo elásticamente al viento ingenuo del loco entusiasmo diario, lo posa ciego, aquí y allá, en la pasión más alta.
Pero ya está tocado Benjamín, en la frente limpia, por el alboreo de la segunda aurora, - la segura, que sólo vuelve al elegido; la que no tuerce más sus lacas carmines- ; ese instante en que la sencilla rosa sublime y difícil del buen gusto- la tentadora calidad única- acaba por embelesar para siempre, por clavar ante su desnudez, como una bandera consciente de amor, de dicha y de luz, al divino artista humano.”
En 1925 editaría Juan Ramón en forma de fascículos la revista “Sí (Boletín Bello Español) del Andaluz Universal” en la que Benjamín Palencia participó con ocho bellos desnudos de muchachas, junto a creaciones de Dámaso Alonso, Pedro Salinas, Rafael Alberti y Francisco Bores.
Benjamín Palencia. Desnudos de muchachas publicados en Sí (Boletín Bello Español) del Andaluz Universal. Madrid, 1925.Biblioteca Nacional de España. En el mismo se indica que Benjamín Palencia nació en 1897- en Barrax (Albacete), y estaba domiciliado en Madrid, en Martín de los Heros, 34.
En este ambiente convergente entre pintura y literatura, Juan Ramón continuaría alentando y favoreciendo con su amistad y sus consejos a varios de los nuevos pintores, siendo Benjamín Palencia uno de sus predilectos, con el que continuó manteniendo relaciones constantes y cordiales. [19]
Unos años antes, el poeta le dedicaría un corto y delicioso poema “la música” con un esquemático lirio dibujado, (poesía plástica) que regaló al pintor en 1923[20].
La música
En la noche tranquila,
Eres el agua, melodía pura,
Que tiene frescas-como nardos
En un vaso insondable-las estrellas.
(A Benj. Palencia)
(Junio, 1923)
El primer viaje que Benjamín Palencia hace a Paris lo realiza en compañía de su protector Rafael López Egóñez en el otoño de 1925. Durante ese verano, su amigo Francisco Bores ya se había instalado en la ciudad del Sena, donde fijaría su residencia definitiva. Tenemos conocimiento de alguna de las cartas que escribió a Benjamín en este tiempo[21], en las que le cuenta sus primeras impresiones sobre la ciudad del Sena y lo que allí se estaba realizando, insistiéndole en ellas para que organizase su viaje a París, con frases como: “…A ver si vienes pronto…” “…Supongo que ya te estarás preparando para venir…” “…Ven, pues es necesario ver y enterarse de lo que aquí se produce…” o “…Estas son ligeras impresiones y espero que cuando vengas tendrás ocasiones de comprobarlas…”
Finalmente, Benjamín y Rafael llegan a Paris, de ello da fe una primera postal (15 de octubre de1925) remitida por éste desde el Hotel Saint-Pierre a su amigo Juan Ramón Jiménez,[22] deseándoles a él y a Zenobia un “feliz regreso de Andalucía”.
Unos días después (22 de octubre de1925) será Benjamín quién escriba a Juan Ramón una extensa carta[23] para hacerle partícipe de sus impresiones sobre la ciudad y la pintura que había tenido ocasión de ver en los museos parisinos, sin olvidar su opinión particular sobre algunos de los pintores españoles afincados allí:
“Querido amigo: desde que llegué a esta ciudad no he dejado de ver museos, y exposiciones de arte nuevo. Lo primero que hice fue visitar el Museo del Louvre y me interesó mucho, porque se puede hacer un estudio profundo del desarrollo de la pintura desde Giotto hasta los impresionistas. Aquí he visto claramente las influencias que han ejercido los clásicos en los modernos.
Ingres que tan comentado es en estos últimos tiempos, con la vuelta de los académicos al concepto moderno, no me ha gustado nada, es demasiado frio, me ha dado en muchos cuadros la impresión de ilustraciones en grande.
Me ha gustado más Poussin, que se puede decir que ha sido su punto de mira; muchos de los cuadros de Ingres han salido de Poussin, pues éste y Claude de Lorraine quedan muy bien en el Louvre.
Manet me ha interesado muy poco, todo lo que sabe es de los pintores españoles, queda algo seco y frio, me gusta mucho más Delacroix, no el de los cuadros grandes de composición sino en “Odaliscas en el harem; este es prodigioso de sensualidad”
La sala de los primitivos italianos está muy bien; estos han sido los maestros de muchos de los modernos…” “…Pasemos a los impresionistas. De estos los que más me han interesado han sido Renoir, Cézanne, Sisley, este último es un enorme poeta de la pintura, Renoir es maravilloso de materia y de sensualidad, queda muy francés, Cézanne es todo lo contrario de Renoir, es bronco, más a lo español, pues Velázquez y Greco han influido mucho en él, pinta con una valentía enorme y se puede aprender mucho.
Después Picasso, Matisse, Derain y Braque son los mejores, estos me han impresionado mucho, sobre todo Picasso y Matisse; Picasso es prodigioso como pinta, que bien ha cogido a los clásicos para enervarlos en el temperamento de hoy. Matisse es enorme de color, armoniza la línea con éste, con gran acierto y sabiduría.
Los pintores jóvenes españoles, no me han interesado nada, son muy turbios de concepto. Manuel Ángeles que tanto lo traen y lo llevan… no me ha gustado nada, es una imitación mala de Picasso, su dibujo del cual tanto han hablado-de que dibuja tan bien- es muy amanerado y frio, a veces recuerda a Romero de Torres, sobre todo en los retratos, pues esto es lástima, porque tiene sensualidad. Cossío no es nada, y en dos años que lleva en París, ha hecho tres o cuatro cuadros sin importancia. Peinado, al conocer lo que aquí se hace desaparece del todo, lo que él hace lo hacen con todo, los malos.
Aquí D. Juan Ramón son tan malos los pintores como en esa, de cincuenta mil que se calcula que existen en París, no interesan nada más que siete u ocho, hay mucha tragedia.
De París, me ha interesado la ciudad, su organización perfecta en todo, y es muy bonita…” “Los franceses son muy patanes y no se les ve la finura por ningún lado, como dicen, la francesa es inteligente, más que el francés, pero tienen todos aire de “cocotte”. He estado en la Gran Ópera y aquí se ve la psicología de todo el gusto francés, mucho lujo, mal entendido y muy ordinario, son muy aficionados a la purpurina, ésta les va muy bien…recuerdos de Rafael a Vd. reciba un abrazo de su pintor que no le olvida…”
En todas las cartas dirigidas a Juan Ramón se aprecia un tono afectivo y familiar. De ellas se desprende la gran admiración y el respeto que el pintor le profesaba, no en vano, Benjamín siempre declaró sobre el poeta de Moguer: “fue el hombre que me descubrió”. Unas semanas después (9 de noviembre de 1925) le vuelve a escribir una postal[24]en los siguientes términos:
“Querido amigo Juan Ramón: como yo no puedo ir a un sitio de arte elevado sin llevarle a Vd. conmigo, he estado viendo unos Picassos maravillosos y no he podido por menos que acordarme de Vd.
Aquí en Francia, Picasso es el más considerado de todos los pintores, pues es el único que pinta puramente; se lo merece porque es algo serio. Yo estoy entusiasmado con haber venido, pues creo que he aprovechado el tiempo…que me servirá mucho para el desarrollo de mi carrera artística. Recuerdos a Zenobia y Vd. reciba un fuerte abrazo de su artista…”
Aún le escribiría otra breve carta[25] en una fecha indeterminada, pero cercana a la finalización de esta primera etapa parisina de Benjamín, a juzgar por su contenido:
“Este pueblo en donde me encuentro es muy interesante; recuerda mucho a los fondos que ponen los primitivos en sus cuadros. Dentro de unos días, recibirá Rafael un cajón con las obras que hasta aquí he hecho; cuando la reciba, ya le avisará él. Muchas gracias por su cariñosa atención y con mis afectos para Zenobia reciba un abrazo de su artista, que no le olvida…”
Años después,[26] preguntado sobre su larga e intermitente estancia en París, el pintor recuerda: “…Lo que entonces se producía en París en el campo de mi arte era, en realidad, una continuación de los clásicos. Aquellos artistas con su revolución entusiasta, no hacían otra cosa que conservar la vena de la gran pintura…”
Benjamín Palencia no podía menos que estarle agradecido, pues los escritos y declaraciones del poeta relativas al pintor, aún los no publicados, siempre fueron elogiosos como se recoge en unas notas[27] sin fechar que posiblemente estén relacionadas con la exposición de “los Ibéricos” del año 1925; en ellas, Juan Ramón describe así a Benjamín:
“…Dinámico, voluptuoso, sensual, enamorado de su arte, un gran temperamento…”
Esta “dependencia” de Juan Ramón se hace patente en otra carta que le escribe Benjamín en 1927 desde Altea:
“Querido amigo: cuantas veces me he acordado de Vd. mirando este maravilloso mar azul mediterráneo.
No se puede Vd. figurar, la alegría que me causó recibir su postal con esas palabras tan cariñosas. He estado bastante malo creyendo no les iba a ver más; figúrese Don Juan Ramón ¿Cómo lo habré pasado metido en la habitación de una fonda, fría y sucia, y sin cariño de nadie? Gracias a mi inseparable amigo “Platero” que ha sido el único que me ha acompañado durante mi enfermedad.
Ya me encuentro completamente restablecido y con un gran entusiasmo para el trabajo…
La contestación de Juan Ramón a esta carta posiblemente la encontremos en la que se reproduce en el libro de ángel Crespo[28] donde se relata la respuesta del poeta a una carta recibida de Benjamín desde Altea en 1927:
“Gracias querido Benjamín por recordarme mirando ese “maravilloso” mar azul Mediterráneo, mi oleada atlántica –que va siempre en mi– le responde…”
A lo largo de su dilatada vida el pintor siempre reconoció con afecto lo providencial que resultó su encuentro y amistad con Juan Ramón, con el que mantendría un trato continuo durante algunos años de esa década.
Durante estos años, su influencia sobre Benjamín quedaría plasmada en el establecimiento de una gran ascendencia del pintor hacia el poeta de Moguer.
Juan Ramón Jiménez, desde el exilio, volvería a evocar la figura de Benjamín Palencia con otra semblanza lírica[29]:
“… ¿Dónde estaba escondido este sonriente Benjamín, fuerte, fino, de la pintura española, borrado, secreto en medio de todo por la abstracción de su entusiasmo, de su dinamismo?
De pronto, un día, aquí está, la florecilla, azul y esmaltada, al viento del día, en la roca. Sonríe, y aroma y mira, porque la flor y la roca eran un hombre. ¿Cómo fue? No lo sé. Cuatro palabras y vamos andando.
Es de esos que antes de estar estaban, y que por lo tanto no tienen principio. Llegó a su tiempo, como todo lo que debe llegar. Su incorporación es natural, como la brisa, el agua, el sol.
Y este Benjamín, se va y crea, crea, crea como verdadero creador, fluente, directo, sensualismo, agudo, sintético…”
Unos años después, con motivo de la concesión a Juan Ramón Jiménez del Premio Nobel de Literatura, un diario nacional[30] propondrá a varias figuras de las Artes y la Literatura que contesten acerca de la personalidad humana y poética de Juan Ramón, entre estos se encuentra Benjamín, quién a la pregunta:
¿Tiene usted algún recuerdo personal de Juan Ramón?
¿Tiene usted algún recuerdo personal de Juan Ramón?
Contestaría:
“…mi amistad con Juan Ramón Jiménez empezó siendo una amistad de Juan Ramón con una pintura que yo había mandado a una exposición colectiva–“Homenaje a Larra”–, la primera obra que yo expuse en mi vida. Desde entonces no le he olvidado. El “gran catador de pintura” fue mi padrino. Recuerdo que siempre me decía en mi estudio primero de Fernando el Santo, 7: “Tú siempre debes de pintar cielos, flores, mujeres, peces y niños. Él venía por las tardes, y mientras yo pintaba, él hacía poesía.”
EN SU TIERRA
Archivo Corredor-Matheos. Museo de Albacet |
Toledo. Benjamín Palencia. 1ª medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1943. Museo de Arte Reina Sofía |
Ciertamente, Benjamín convivió con los gustos estéticos del franquismo, decantándose por la renovación del paisaje y dejando de lado todo su bagaje vanguardista al acudir a estos concursos nacionales que, por otra parte, el régimen utilizó de alguna manera como una de las formas de legitimarse desde la óptica de las artes plásticas
Fragmento de una carta enviada por Benjamín Palencia desde Toledo a su amiga Juliana Macarrón en marzo de 1943 |
Al parecer, en 1945 tuvo posibilidades de recibir la medalla de honor de la Exposición Nacional de BB.AA. que era el máximo galardón oficial. El artista
Carta a su amiga Juliana Macarrón donde Benjamín le solicita con apremio la realización de una tela con bastidor de 100x200 para la exposición Bienal en la que se alzaría con el primer premio. |
renunciaría a esa posibilidad mediante un escrito dirigido al diario El Alcázar, facilitando así la concesión de ésta al pintor Gutiérrez Solana, quien había fallecido días antes.
Es por esta época cuando Ramírez de Lucas, joven estudiante albaceteño de la escuela oficial de Periodismo,–recientemente fallecido– le incluyó, junto a otros pintores del momento, en un artículo publicado en el semanario El Español, que sin embargo, pasaría inadvertido en su tierra.
El año 1951 sería decisivo en la vida de Benjamín. En febrero fallece Rafael López Egóñez, desapareciendo con él, además de la parte más esencial de su vida familiar –convivieron durante 42 años–, su principal consejero en materia de arte, hasta el punto de que algunos investigadores le consideraban como autor de los escritos de mayor belleza del Benjamín de los primeros años; a partir de entonces sería su criado Serafín quien ocuparía ese espacio afectivo dejado por Rafael.
A finales de ese mismo año, en reñidísima competencia, no exenta de polémica, ganaría el gran premio de la I Bienal Hispanoamericana de Arte[33] con una obra titulada: “Paisaje”. Ello le supondría el reconocimiento de que su interpretación colorista y poética del paisaje –tan alejada del academicismo imperante– era una de las vías de renovación de la pintura española en general y del paisaje en particular.
Desde el día 3 de Diciembre de 1951, la redacción del Diario de Albacete publicaría este triunfo de nuestro paisano del que, hasta entonces, apenas se tenían noticias. Unos días después, tomaría el testigo Francisco González Bermúdez, cronista oficial de Barrax –recientemente fallecido,– quien se haría eco de los éxitos de Benjamín mediante sus crónicas remitidas desde Barrax.
Por su parte, un mes después, el Diario de Albacete incluiría en sus páginas unas declaraciones realizadas por Benjamín en medios nacionales sobre otros pintores, Vázquez Díaz entre ellos, que generarían polémica –le trató de usurpador, estimando inmerecido el galardón que se le otorgó–.[34]
“Paisaje” Benjamín Palencia. Obra presentada en la Bienal de Venecia. Recogida en un extenso artículo
de la revista LIFE. (1952) sobre la Bienal. |
A partir de entonces, frecuentaría el contacto con su tierra, realizando continuos viajes a su pueblo natal que desembocarían con el nombramiento de hijo predilecto de la villa de Barrax en 1956, como veremos más adelante.
Sería por esas fechas cuando se gestaría la que, dos años después, sería su primera exposición individual organizada por el Ayuntamiento de la ciudad en la sala del edificio ferial de Albacete, siendo los años siguientes plagados de continuos reconocimientos oficiales por parte de las localidades con las que le unió algún vínculo afectivo como lo fueron Albacete, Ávila, Villafranca de la Sierra, Piedrahita, Polop de la Marina y Altea.
Exposición Ayto. Albacete 1958 |
Exposición Sala Estudio 1961 |
Los albacetenses volvieron a tener la oportunidad de contemplar las obras de su ilustre paisano una vez más en 1961, esta vez gracias a la iniciativa privada, de la mano de la sala Estudio, la única sala de arte existente por entonces, que regentaba el pintor José Antonio Lozano que también elegiría para esta muestra la Feria de Septiembre.
EN BARRAX
Aunque Benjamín Palencia dejó su pueblo siendo todavía un niño y los datos de que disponemos indícan que en 1908 sus padres estaban fuera de Barrax, probablemente en Madrid[36], su recuerdo siempre lo llevaría en la retina y en el corazón, presumiendo de su origen cuantas veces requería la ocasión, como podemos comprobar en la respuesta ofrecida en el programa de televisión “Grandes Personajes. A Fondo”. De este modo, a la pregunta:
– ¿Como era su pueblo entonces, recuerda sus primeros años? respondería:
–“…Es un pueblo modesto, pueblo campesino, un pueblo en una planicie deliciosa, un pueblo que parece un stadium, blanco, claro, modestísimo, pero con una elegancia… porque el pueblo mismo en su arquitectura y a pesar de su modestia, es grande. Es un pueblo bien trazado y luego, de una raza manchega que como hombres del campo son ejemplares y de ahí han nacido las mejores familias quizás manchegas de esta provincia…”
Una parte importante de su familia: tíos, primos y abuela, quedarían en Barrax, manteniendo con ellos una relación epistolar frecuente –sobre todo con sus primas Salomé y Carmen– realizando además esporádicas visitas al pueblo, como se desprende de algunos de sus escritos y de diversos dibujos en los que representa lugares tan emblemáticos como el “Cuco”.
Cuco de Barrax. Fotografía de Agustín Fernández. Al parecer, existió otro cuco cercano a éste -como refleja la acuarela de Benjamín- que ha desaparecido. |
De este sentimiento sobre su lugar de origen, también dejará constancia en un escrito fechado en marzo de 1936 que envía a su familia de Barrax:
“…Querida familia: ya nos hemos olvidado completamente unos de otros, por qué? Yo todavía siento que llevo sangre barraxeñas; por esto, de vez en cuando, surge de adentro de mí su recuerdo, un afecto entrañable hacia los míos, los de mi sangre. ¿No será posible saber algo de vosotros? …”.
Aunque con anterioridad a la concesión del gran premio de Pintura de la I Bienal Hispanoamericana de Arte, Benjamín hiciera esporádicas visitas a su pueblo, será a partir de este triunfo cuando las mismas tengan continuidad, como sucedió con su retorno a Barrax durante la Semana Santa de 1952 en la que desfilaría presidiendo la procesión de las Palmas, en loor de multitud.[37] Ese mismo año donaría una gran lámpara para la iglesia del pueblo, que se luciría en la misa del Gallo. Ya desde esos momentos, los nombres de Benjamín Palencia y Barrax se mantenían indisolublemente unidos en todas las crónicas cuya finalidad venía determinada por el interés en su persona y obra. Él a su vez, se erigirá como un benefactor más de su pueblo. Las sucesivas autoridades de Barrax, por su parte, le colmarán de todos los honores a su alcance.
Benjamín Palencia presidiendo la procesión de las Palmas. Barrax, Semana Santa (1952) publicada en” Barrax, ayer y hoy” Excmo. Ayuntamiento de Barrax, 2001. |
Benjamín había comprometido la donación –con destino a la iglesia del pueblo– de uno de sus primeros lienzos de temática religiosa que aún conservaba, realizado en los lejanos años de su época de aprendizaje, cuando pasaba gran parte de su tiempo en el Museo del Prado, copiando, entre otros, a los grandes maestros, entre los que siempre destacó la figura de El Greco.
Finalmente, sería en la Semana Santa de 1953 cuando llegaría el mencionado cuadro. Se trataba de una copia muy aceptable de “la Trinidad” de El Greco, que Benjamín realizó en 1915 y que aún conservaba, probablemente porque le resultó muy satisfactorio el resultado final.
El cuadro sería “…colocado ante el Presbiterio, bajo un dosel y sobre un altar adornado con flores y luces…” [38] para proceder a su bendición por parte de las autoridades religiosas; el pintor, en esta ocasión no pudo asistir al acto porque se encontraba en París.
Santísima Trinidad. Copia de un original del Greco realizada por Benjamín Palencia. Óleo sobre lienzo. Alto: 200 cm. Ancho: 119,5 cm. Parroquia de la Purísima Concepción. Barrax. |
Los homenajes a su persona y obra comienzan a convertirse en algo cotidiano, siendo ese mismo año nombrado Hijo Adoptivo de Albacete.
Por su parte, el Ayuntamiento de Barrax acordaría por aclamación en la sesión plenaria del 18 de Julio de 1956 nombrarle Hijo Predilecto y Preclaro de la villa, además de otros honores, como queda reflejado en la memoria del ayuntamiento correspondiente a dicho año.
En esta tesitura, en el mismo pleno se acuerda por parte de las autoridades locales denominar con su nombre el grupo escolar que se estaba construyendo en 1956, además de rotular con su nombre la calle de su nacimiento, todo ello en un homenaje que se ejecutaría el año siguiente[39]. Benjamín por su parte, muy agradecido en su ego, donaría ese año con destino al alumbramiento de aguas la cantidad de 100.000 pesetas.
En 1957 también colaboraría económicamente para la dotación de mobiliario escolar con destino a las aulas del colegio cuya inauguración se llevaría a cabo el siguiente año, junto a los actos de nombramiento de Hijo Predilecto que, como vemos, se atrasaron un año de la fecha comprometida.
Ese mismo año, desde la delegación provincial de Información y Turismo de Albacete, se requiere información al delegado local en Barrax[40] sobre aspectos artísticos y culturales del pueblo para su inclusión en un folleto turístico de carácter provincial. Uno de los extremos sobre los que se solicita información es sobre el “tamaño de un cuadro de Benjamín Palencia copia de uno del Greco”.
En julio de ese año se le concedería la Gran Cruz del Mérito Civil.
El año1958 también se presentaría lleno de acontecimientos, con Benjamín Palencia como figura central. Así, en mayo se celebran los actos –demorados un año– de inauguración del grupo escolar que llevaría su nombre, junto a su nombramiento como Hijo Predilecto y Preclaro de Barrax. Dentro de la misma celebración, se rotula por fin con su nombre una de las calles principales de la villa, no la de su nacimiento. En julio se le notifica la concesión de la Gran Cruz del Mérito Civil y en septiembre como hemos visto anteriormente, el Ayuntamiento de Albacete organizaría la primera exposición del pintor en su tierra, inaugurada en las salas del edificio ferial.
Siguiendo con los homenajes, en enero de 1961 la Diputación Provincial adopta por unanimidad el acuerdo[41] de conceder la Medalla de Oro de la Provincia al pintor. Los actos correspondientes se celebraron en Barrax donde se trasladó el mobiliario adecuado para la ocasión.
Benjamín dirigiendo la palabra al pueblo de Barrax con ocasión de la imposición de la Medalla de Oro de la Provincia. Publicada en “Barrax, ayer y hoy” Excmo. Ayuntamiento de Barrax, 2001. |
Sería unos años después, durante 1965, cuando a instancias de Benjamín se llevaría a cabo una iniciativa tendente a reconstruir el viejo molino de Barrax. La misma contaría desde el principio con la inestimable ayuda de Miguel Cruz Hernández que en esos momentos ocupaba el cargo de gobernador civil y con la buena acogida por parte de la corporación barrajeña que por entonces presidía Gaspar Quintanilla.
Antiguo molino de Barrax antes de su restauración. “Barrax, ayer y hoy” Excmo. Ayto. de Barrax.(2001)
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En esta ocasión Benjamín declararía que “…le daría vida propia, haciéndolo santuario del arte y la belleza, enriqueciéndolo con las mejores obras de su colección y trasladando al molino el mobiliario cervantino del siglo XVI y otros objetos de valor que actualmente adornan su estudio de Madrid[42]…”
Molino de Barrax restaurado (1999) fotografía publicada en "Barrax, ayer y hoy" Excmo. Ayto. de Barrax. 2001 |
También manifestó a propósito del molino que llevaría su nombre como futuro museo de arte, su intención de que en el mismo: “… se celebrasen reuniones literarias y conferencias, y que los visitantes puedan disponer de una esplendida biblioteca…”. Uno de sus deseos se materializaría en 1968 al celebrarse en el marco del viejo molino restaurado, la primera cuerva literaria
auspiciada por el poeta local y amigo de Benjamín Eugenio Fernández Cuenca, que en esos momentos también presidia el Ayuntamiento; con posterioridad, el escenario de estas cuervas literarias cambiaria de lugar.
Los otros dos proyectos de Benjamín sobre el molino, amueblarlo y depositar algunas de sus mejores obras en él, nunca se llegarían a realizar.
Unos años después, Benjamín volvería a mostrar su generosidad con la villa haciendo entrega a la parroquia de un nuevo cáliz.
El reconocimiento académico también le llegaría con la designación como miembro de número de la Real Academia de BB.AA. de San Fernando a comienzos del año 1973. Durante ese verano las autoridades de Barrax le volverían a rendir otro emotivo homenaje con el descubrimiento de una placa conmemorativa en su casa natal y la entrega de la Cuervera de oro[43].
En esta ocasión, durante las fiestas de ese año donaría la cantidad de 100.000 pts. para la organización de un certamen literario que llevaría su nombre.
Esta generosidad con su pueblo se convirtió en una constante cada vez que el pintor pasaba unos días en su tierra, algo cada vez más frecuente.
En esta tesitura, en el año 1975 y con otro gobernador civil por testigo, en este caso Federico Gallo, Benjamín realizaría otro donativo, esta vez de un millón de pesetas para la ejecución de la pavimentación de calles.
Toro “Vulcano” diseñado por Benjamín Palencia. Fotografía de Eugenio González Bermúdez
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Además de las donaciones económicas, Benjamín aprovechaba cualquier oportunidad que le brindaban los medios de comunicación para elogiar a su pueblo y a sus gentes –tantas veces protagonistas en su obra plástica–, ello sin dejar de lado una de las tradiciones populares más arraigadas en Barrax y que ha pasado a formar parte de las señas de identidad del pueblo; nos referimos al toro de “pólvora” o de “carretillas”, sobre el que Benjamín había manifestado su deseo de “engalanar” uno de estos toros con los colores de su paleta.
La ejecución del armazón destinado a este fin llegaría a realizarse en los talleres de Asensio Piqueras, que una vez transformado por los pinceles de Benjamín, sería bautizado por éste con el nombre de “Vulcano”, y que desgraciadamente hoy se encuentra desaparecido.
Colección de dibujos de Benjamín Palencia sobre el "toro de carretillas" correspondientes a diversos años.(Ayuntamiento de Barrax) |
EL HOMBRE
Fotografía dedicada por Benjamín a Eugenio Fernández Cuenca y Sra. 1969. |
Palomar de la finca “La Picada” |
Fue al abrigo de las “cuervas literarias,” cuando se dieron durante los veranos de Barrax una serie de “encuentros” entre un grupo de amigos con inquietudes culturales, que tuvieron lugar en la finca “La Picada”, auspiciados por su anfitrión Eugenio Fernández Cuenca.
A estas reuniones informales–de marcado carácter literario– pronto se sumaría un nutrido grupo de personas–poetas locales, en su mayoría de La Roda y Barrax– a los que se unieron entre otros, Benjamín Palencia, Samuel de los Santos, García Carbonell o García Solana, por citar algunos.
A estos “encuentros” su anfitrión les terminaría llamando: “versos a medianoche”
Un bonito dibujo del palomar de la finca deja constancia del la presencia del pintor en estas reuniones.
Su carácter temperamental condicionaría de alguna manera la relación con sus semejantes; a este respecto, Benjamín Palencia era ante todo intuitivo, y siempre salía airoso, supliendo sus vacios de conocimiento con una extraordinaria pasión.
Fue tachado de insociable y solitario. Sobre esta apreciación personal de la que Benjamín era consciente, le confesaría a Joaquín Soler Serrano:[44]
“… Yo soy un hombre sociable, lo que pasa que soy muy delicado en el trato y no todo el mundo me es agradable…”
Su fuerte personalidad, entusiasta y arrolladora, aunque un tanto egolátrica al decir de los que le trataron, le hacía impermeable a posibles vacilaciones[45], manteniendo siempre la firme convicción de que su papel como artista en el mundo era lo absolutamente principal, siendo todo lo demás secundario. En este contexto, le confesaría a su hermana Salomé:[46]
”… cada día me preocupa más mi obra y ésta hay que cuidarla porque es el compendio de toda mi vida…”
Éste es uno de los motivos por los que fue inmutable ante las críticas de ciertos sectores e indiferente a los nuevos acontecimientos que surgían en el arte español.
Todo esto hizo que Benjamín siguiera trabajando infatigablemente hasta su muerte, manteniendo la seguridad de que lo que hacía era lo más importante de ese momento.
Esa seguridad en su trabajo es lo que le hizo ser verdaderamente independiente y libre, siendo ésta una de las razones por las que resultó ser un difícil maestro y un compañero imposible, pero también fue lo que le convirtió en un artista irrepetible.
Pedro José Jaén Sánchez
Ldo. Geografía e Historia
Publicado en Cuadernos de Barrax, nº 1. Asociación Cultural "La Coscoja" Agosto 2011. Albacete.
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-SANZ GAMO, RUBÍ. Pintores Albacetenses contemporáneos (1900-1983). Albacete, 1984.
[1] En las distintas cronologías y biografías publicadas sobre el pintor se repiten datos erróneos. Sus padres fueron Ramón Nemesio Palencia Jiménez y Francisca Pérez Albaladejo, aunque en todas las inscripciones de bautismo de los hijos del matrimonio el padre figura solamente con el nombre de Nemesio. Tuvieron en total diez hijos cuyos nombres de mayor a menor son: Julián Pablo, Juan Francisco Eloy, Ramón, Ana María, Julián, Otilia María, Salome, Benjamín (7-Julio-1894), Nemesio Eulalio y María Ramona, ésta última bautizada en Villarrobledo y, aunque no hay dudas de su filiación, hemos de mencionar que existe un error en la inscripción del nombre de la madre reflejado en el margen izquierdo junto al nombre del padre, figurando el de la abuela paterna en vez del de la madre. No descartamos la existencia de otros hijos nacidos de este matrimonio fuera de la provincia de Albacete. Fuente: Archivo Diocesano de Albacete, Libros de Bautismo BAR-12; BAR- 47 y VIR-13. Resaltar igualmente cómo en la inscripción de nacimiento de Benjamín realizada en el Registro Civil, le inscribieron con el nombre de Jazmín, sin duda por error, que se mantuvo hasta finales de 1952 en que se rectificó, según figura en el margen izquierdo, probablemente a instancias del propio Benjamín que sería advertido del mismo; hay constancia documental de cómo ese año viajó varias veces a Barrax tras su triunfo en la I Bienal.
[2] La Vanguardia, miércoles 30 Junio de 1909. Pág. 5. También en Madrid Científico, año XVI, nº 636. Pág. 383.
[3] La carrera de ingeniero de caminos la terminaría algún año después.
[4] Postales propiedad de D. Andrés Collado
[6] Reproducción por gentileza de D. Ramón Palencia, representante de los herederos de Benjamín Palencia.
[7] En la entrevista concedida a Jaime Comellas para la revista Athena en enero de 1976, declararía sobre su tío Rafael “…Era muy adinerado. Además poseía una gran cultura. Le gustaba mucho la música y la poesía…”
[8] Amigo personal de Rafael. Fue crítico literario, catedrático de Hª del Arte, Arqueólogo, Ministro de Instrucción Pública y de Bellas Artes y Presidente de la Sección de Bellas Artes del Ateneo de Madrid, del que Rafael era socio.
[9] En octubre de 1925 viajaría a Paris junto con Benjamín, instalándose éste en la capital francesa por una larga temporada. Rafael regresaría a Madrid (como se desprende de la correspondencia entre Rafael López Egóñez y Benjamín Palencia con Juan Ramón Jiménez).
[10] En el año 1928 le fue clausurada una exposición en la galería Flechthein de Berlín, al ser considerada por los nazis como “Arte Degenerado” trasladándose las obras de la misma al hotel en que se hospedaba. La desahogada posición económica de Rafael posibilitó que éste le financiara sus viajes por Europa y América.
[11] A su muerte, que le sobrevino en su domicilio de Madrid (Sagasta, 19) el 6 de Febrero de 1951 por insuficiencia cardíaca (Registro civil de Madrid, distrito Chamberí, tomo 124, pág. 98), Benjamín heredaría toda su fortuna, según testamento ológrafo.
[12] José Corredor Matheos publicó la única biografía oficial de Benjamín Palencia aún en vida de éste (Vida y obra de Benjamín Palencia, 1979). Las “confesiones” de Benjamín Palencia sobre su tío Rafael han sido recogidas en un texto de este autor publicado en el catálogo “Cuadernos de Caja de Ávila: Benjamín Palencia” con motivo de la exposición que sobre el pintor realizó Caja Ávila en 2009, y están contenidas en una grabación en cassette sobre una entrevista que el pintor concedió a Corredor Matheos. El original forma parte de su archivo personal.
[13] Huici, Fernando: Catálogo exposición Benjamín Palencia. Castillo de Maya. Caja de Ahorros de Navarra. 1997.
[14] Soler Serrano, Joaquín: Entrevista realizada para el programa de TVE: “Grandes Personajes. A Fondo” emitido el 12-marzo-1976.
[15]Se refiere a la obra “Homenaje a Larra” que participó en una exposición para pintores jóvenes organizada por Espina Capo, quien también sería el organizador algún año después (1920) del primer Salón de Otoño celebrado en el Palacio del Retiro. En esta exposición de jóvenes pintores participó con dos obras: “Cabeza de un mártir” y “Homenaje a Larra”, pasando a formar parte ésta última de la colección Antonio Garrigues para, posteriormente, subastarse “on line” por la sala “Alcalá subastas” con el nº de lote 91 y un precio de salida de 15000€.
[16] Díez de Baldeón, Clementina: “Benjamín Palencia. El espacio poético del lienzo”. Almud, nº 2. Pág.61.
[17] Carmona, E.: “Naturaleza y Cultura”. Catálogo Benjamín Palencia y el arte nuevo. Obras 1919-1936. Centro cultural Bancaixa. Valencia 1994. Pág.77
[18] Zenobia Camprubí, mujer de Juan Ramón Jiménez, era hija de otro ingeniero de caminos.
[19] Crespo, Ángel. Juan Ramón Jiménez y la pintura. Universidad de Salamanca. 1999. Pág. 69 (reedición del libro publicado por la Universidad de Puerto Rico en 1974 y no distribuido en España). Con Juan Ramón Jiménez lejos de España, Benjamín Palencia continuó manteniendo esta relación casi familiar con los descendientes del poeta, sobre todo con su sobrino Francisco y la hija de éste Carmen Hernández-Pinzón, a la que agradecemos profundamente su colaboración desinteresada y las facilidades que siempre nos ha brindado.
[20] Castillo Cáceres, Fernando”Punto de encuentro. Confluencias entre arte y literatura 1916-1945”. Pág. 16, y “Benjamín Palencia. Cuadernos de Caja Ávila” 2009.
[21] Cartas de Francisco Bores enviadas desde París a Benjamín Palencia durante los meses de Agosto y Septiembre de 1925. Colección Ignacio de Lassaletta. Se pueden consultar en la web: galeríaignaciodelassaletta.com.
[22]El documento forma parte del legado de Juan Ramón Jiménez y nos ha sido cedido generosamente por Dña. Carmen Hernández-Pinzón. Casa Zenobia y Juan Ramón. ref. 327/2. Este documento no es el único escrito de Rafael a Juan Ramón, en estos mismos fondos se conserva otra postal (5-febrero-1923) ref.321/1, enviada desde el pantano Gasset en los mismos términos de amistad.
[23] L.cit.ref. 315/3.
[25] L. cit. Ref.315/4
[26] Pérez Ferrero, Miguel: “Algo de la pintura y un poco de la vida de Benjamín Palencia” ABC Madrid. 5-febrero-1954. Pág. 7
[27] Crespo, Ángel, cit. en n. 16.pág.69. En estas notas también figuran pintores como Bores, Dalí, Ucelay, Peinado. Etc.
[28] Crespo, Ángel. Cit. n. 16
[29] Jiménez, Juan Ramón. Españoles de tres mundos. Buenos Aires, 1942. Los escritos en prosa que formarían posteriormente la vasta galería “Españoles de tres mundos” (1942) empezaron a publicarse en diarios y revistas en los años inmediatamente anteriores a su exilio. Ésta semblanza publicada en el libro anteriormente mencionado también se incluyó en el catálogo de la exposición inaugural de la Galería Arteta de Bilbao, 1971.
[30] Juan Ramón Jiménez, juzgado por sus contemporáneos y discípulos. ABC (26-10-1956), pág. 38. El artículo también recoge la opinión de Ramón Menéndez Pidal, Jose María Pemán, Rafael Sánchez Mazas, Azorín, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Daniel Vázquez Díaz.
[31] Se le concedió la tercera medalla por el cuadro titulado:”Estío”. El Diploma correspondiente forma parte del archivo de Corredor Matheos depositado en el Museo de Albacete.
[32] Jaén Sánchez, Pedro J.: Juliana Macarrón y Benjamín Palencia: “Retazos de una amistad”. Cultural Albacete nº 9. Pág. 22. Albacete, 2007.
[33] Benjamín participó en la I Bienal con cinco obras de “paisaje”. A raíz de este premio muchos de sus antiguos compañeros republicanos, casi todos en el exilio, renegaron de su amistad, pues interpretaron esta evolución “castiza” de su obra, como una concesión a la situación política española. Sin embargo, como recoge José Miguel Cabañas Bravo en su tesis sobre la I Bienal Hispanoamericana de Arte, pág. 54, en palabras de Francisco Calvo: “…la bienal mostró un criterio revolucionario respecto a lo que venía siendo la postura oficial, tanto por la incorporación de jóvenes vanguardistas más radicales, como por la selección de obras que incluía nombres de supervivientes de la vanguardia histórica…” En cualquier caso, aunque Benjamín desarrolló su etapa de renovador del paisaje bajo el régimen, nunca fue asimilado por los medios más tradicionales de éste.
[34]Daniel Vázquez Díaz recibió el Gran Premio de la Bienal otorgado a la obra de un pintor, dotado igualmente con 100.000 pts.(en la misma sesión del 24 noviembre de 1951 en que se otorgaron los premios de Pintura a Benjamín Palencia y de Escultura a Joan Rebull, gran amigo de Palencia)
[35] Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales, entre otros muchos. A este respecto y sobre la obra premiada de Palencia, José Camón Aznar declararía lo siguiente:”…Palencia acomete todas las presentaciones de nuestros campos y de las ciudades con dignidad de naturaleza. Pero estos cuadros con laderas foscas, maceradas por crepúsculos, con caminos que las cruzan como rictus humanos, con esa potencia telúrica que endurece sus lomos y entenebrece sus barrancos, son de las aportaciones de más futuro que este certamen ofrece…” ABC, 29-12-1951, pág. 36.
[36] Así lo cree D. Ramón Palencia, sobrino-nieto del pintor.
[37] Sobre la relación y actividades de Benjamín Palencia con Barrax, contamos con las crónicas realizadas a partir del 6-12-1951 por Francisco González Bermúdez en la prensa diaria de Albacete, como corresponsal y cronista oficial de la villa.
[38] El relato corresponde a la noticia aparecida en el diario “Albacete” (7-abril-1953) enviada por el corresponsal de Barrax Francisco González Bermúdez.
[39] Fue otra calle la que el 26-mayo-1958 llevaría su nombre, no la de su nacimiento; sin embargo, sí que se pondría en el año 1973 una placa en la casa donde nació.
[40] En ese momento el delegado local era Eugenio Fernández Cuenca.
[41] Archivo Diputación Provincial de Albacete. Legajo 3053. Exp. 3.
[42] ABC, Jueves 8 Julio de 1965, pág. 51
[43] A este acto asistiría José Camón Aznar, el mismo que un año después contestaría el discurso de recepción de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, pronunciado por Benjamín: “Mi concepto y experiencia de la pintura” en su toma de posesión como académico.
[44] Soler Serrano, Joaquín, cit. en nº 11.
[45] Martínez Novillo, Álvaro: “Benjamín Palencia 1915-1940” Palacio Episcopal, Málaga, 2001. Pág. 42.
[46] Carta escrita en febrero de 1972 desde Altea, recogido por Martínez Novillo, Álvaro. Op. Cit. pág. 36.