Puerta de entrada (Jesús Moreno) |
La ermita, construida
a base de mampostería y recubierta posteriormente, es de nave única rectangular
(8,55 x 12,60 m)
con coro elevado a los pies y cubierta a tres aguas. Tiene una puerta principal
de acceso en el lado del Evangelio en la que se puede apreciar un arco de medio
punto con grandes dovelas rotas en su día para formar el dintel actual. Se
observan trazos de la existencia de otra puerta más cercana a la cabecera, que
actualmente está cegada.
Interiormente la nave está cubierta
por una techumbre de madera de pino, con armadura de par y nudillo, del tipo
artesa, con dos pares de tirantes apoyados sobre modillones y cuatro de ángulo,
que descansan sobre canes.
Artesonado
mudéjar (Detalle) |
Su realización es de
tradición mudéjar y en su decoración se
alternan lazos y estrellas, destacando la riqueza de la decoración del tramo
del almizate que está rematado por un pinjante con mocárabes.
Posee coro alto a los
pies, de construcción posterior, apoyado en su parte delantera sobre una gran
viga de madera, sustentada por medias zapatas en los extremos y una zapata
sobre una columna toscana de arenisca en
el centro. El monumento fue declarado BIC por DOCM de 4 marzo de 1992.
Detrás
del enlucido de las paredes de la epístola y de los pies, se han conservado unas
pinturas murales que motivaron una intervención arqueológica llevada a cabo en
la ermita, que ponen de manifiesto la representación de un desfile procesional
en el que intervienen músicos, cofrades portando imágenes, hachas encendidas, flagelantes, sacerdotes…etc., muy interesantes
tanto por la escena que representan y su posible motivación, como por la
técnica utilizada para ello. En la misma escena y en la parte superior de las
pinturas, aparece un texto escrito en latín con letras capitales mayúsculas,
que se corresponde con uno de los salmos penitenciales más célebres del
Salterio: el Miserere, del que también quedan restos ilegibles en la parte
inferior. En resumen, tenemos ante nosotros una serie de elementos que componen la escena gráfica
mencionada que iremos viendo pormenorizadamente y que trataremos de situar
cronológicamente ayudándonos para ello de paralelismos, pues no hay constancia
de la fecha en que se levantó la ermita ni de la de realización de las pinturas
aludidas.
Obreros interviniendo en la recuperación de las pinturas de la pared de la epístola. |
Biblia moralizada de Nápoles. 1350. |
Será, sin embargo,
el Concilio de Trento el que alentará la creación de este tipo de cofradías
penitenciales, al dejar constancia de que el hombre puede expiar sus culpas a
través de la mortificación corporal, la oración y la limosna. De este modo,
muchas de las cofradías surgidas tras el Concilio incluyen la penitencia de
sangre o flagelantes, siendo los frailes, sobre todo Franciscanos y Dominicos,
los que acogen y alientan esta práctica, fundándose las cofradías más
antiguas en ermitas o conventos, fuera
del seno parroquial. Estos movimientos de disciplinantes se encuadraron por lo general en las Cofradías
de la Vera Cruz
o de la Sangre
de Cristo, manteniéndose durante el siglo XV un enfrentamiento entre
Franciscanos y Dominicos con motivo del culto a la Sangre de Cristo,
favorecido por los primeros, que desembocaría en el siglo siguiente con una
verdadera eclosión de estas dos cofradías.
De las cofradías que se fundaron en Aýna, solamente
han llegado hasta nosotros los libros correspondientes a la de Ánimas y San
Blas,[2]aunque queda constancia documental de la
fundación en la villa de las cofradías de la Sangre de Cristo, Santísimo Sacramento, María
Santísima del Rosario y San Sebastián.[3]
A este respecto, el testimonio documental más antiguo del que disponemos sobre la presencia en Aýna de la cofradía penitencial de “La Sangre de Cristo” nos la proporciona una visita pastoral efectuada a la villa durante el año 1700. A esta cofradía se le venían tomando las cuentas cada dos años, en este caso desde 1698, y por ellas conocemos que obtenía 15 reales y medio de los réditos de dos censos que tenía de caudal y que se mantenía con las cuotas de los cofrades y las limosnas que recibía.
Archivo Diocesano de Albacete: Vicaría de Alcaraz, caja 3160 |
.
Hermanos portando hacha y Crucificado. (Detalle) |
La normativa no debió influir mucho en lugares en los que aún
se continuaba practicando esta tradición, que la continuarían realizando
clandestinamente, llegando alguna de ellas hasta nuestros días.
Procesión de
disciplinantes
Las procesiones de disciplinantes debieron ser una práctica muy extendida
en la España
de la Contrarreforma,
como podemos comprobar en uno de los capítulos del Quijote[6],
cuando este: “…vio a deshora que por un recuesto bajaban muchos hombres
vestidos de blanco, a modo de disciplinantes. Era el caso que aquel año habían
las nubes negado su rocío a la tierra, y por todos los lugares de aquella
comarca se hacían procesiones, rogativas y disciplinas, pidiendo a Dios abriese
las manos de su misericordia y les lloviese; y para este efecto la gente de una
aldea que allí junto estaba venía en procesión a una devota ermita que en un
recuesto de aquel valle había. Don Quijote, que vio los extraños trajes de los
disciplinantes, sin pasarle por la memoria las muchas veces que los había de
haber visto […] advierta, mal haya yo, que aquella es procesión de
disciplinantes, y que aquella señora que llevan sobre la peana es la imagen
vendidísima de la virgen…”
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha- Nueva edicción
corregida e ilustrada con 32 differentes estampas muy donosas.Amberes. Juan Bautista Verdussen, 1697 |
Flagelante S. XVI. (Litografía M. Grima) Web: La Gubia y el Tas |
Flagelante S. XVII. (Litografía M. Grima) Web: La Gubia y el Tas |
s
Francisco de Goya. Procesión de disciplinantes. Academia de Bellas Artes de San Fernando. (1814-1819) |
Intervención
arqueológica en la ermita.
La intervención arqueológica llevada a cabo durante el año
2010 en la ermita dio como resultado, según recoge la empresa que la efectuó en
su informe preliminar,[7]el
poder documentar un conjunto de estructuras constructivas relativas a los
diferentes niveles de uso del edificio.
Así, la fase más antigua de uso viene
determinada por la localización de parte de la fosa de cimentación del muro
este de la fábrica, donde el único fragmento hallado de cerámica vidriada en
verde asociado a este estrato, es decir, el situado debajo del primer piso de
uso de la ermita y, por tanto, el terreno sobre el que se inicia la construcción,
se emplaza en un horizonte situado entre los siglos XII-XIII.
Diversos niveles del suelo que se corresponden con las reformas de los diferentes periodos de uso. (Jesús Moreno) |
La ermita en los
documentos.
No sabemos nada sobre la fecha de construcción de la ermita,
aunque posiblemente sea de las más antiguas de Aýna. El primer testimonio
escrito que conservamos sobre ella tiene que ver con la realización por parte
del vicario de Alcaraz de una visita pastoral a la villa en 1700, de la que nos
ha llegado el siguiente testimonio:
“… Ay en
esta villa quatro hermitas intituladas Ntra. Sra. de los Remedios; San
Sebastián; el humilladero que se intitula el Santo Cristo de Burgos y San Blas,
todas las quales e visitado y allado muy decentes y reparadas, las tres
primeras se mantienen de limosna sin renta alguna y la de San Blas tiene la que
constara en la relación de las quentas…”
En 1724 se realiza
otra visita pastoral a la villa, sobre la que el escribano que siempre
acompañaba al visitador, anotaría: “…La
de Nuestra Señora de los Remedios no tiene mayordomo ni más caudal que tres
moreras que reditúan de quatro a zinco
reales vellón por año. Se mantiene bien reparada y decente a costa de la
devozión y tiene un vestuario ordinario de filadir blanco, un cáliz con su
Patena de plata, y un misal viejo…”
Mucho más enigmáticas
nos parecen las noticias que nos proporciona la visita efectuada en 1748 por la
autoridad eclesiástica sobre la villa de Aýna y su anejo Elche.
Archivo Diocesano de Toledo. Vicaría de Alcaraz. Leg, 23. |
Lo que el escribano anotó delante de
la visita realizada a la ermita de San Blas de la villa de Ayna, que en ese año
tenía a Manuel Roldán[8]
como mayordomo y que no hay que confundir con la que existía en el lugar de
Elche con la misma advocación, fue lo siguiente:
“…visite la de la Sangre de Cristo, es pequeña esta ermita
en que se benera una efixie de el
Santísimo Cristo que dizen la Sangre; está adornada y dezente y de su caudal
recibí las quentas tomadas por los Diputados las quales aprobé y condené al
mayordomo en los marevedíes de su alcance…”.
Pensamos que se
refiere a la ermita de Nuestra Sra. de los Remedios, aunque aquí el visitador
la mencione como la ermita de la Sangre de Cristo, posiblemente por acoger en su seno a la cofradía penitencial del mismo nombre
fundada en la villa, no siendo esta la única vez que nos encontremos con esta
denominación en los documentos manejados, como veremos.
La cofradía de la Sangre de Cristo
contaba con algunos bienes que conocemos por las cuentas que se le tomaban en
cada visita, pero más exhaustivamente por el libro De lo Personal y Real de Ayna y Elche.[9]
Poseía en ese momento varios celemines de tierra de primera y segunda calidad
con riego en los parajes cercanos de Arenalejos y la Coronada, arrendados a
vecinos del lugar. En la descripción de una de estas propiedades menciona:
“…un cuartillo de medida real, segunda calidad sembradura de
riego por zequia de la Fuente, contiguo a la Hermita del Santo Christo de esta cofradía con la que alinda por
Norte y Poniente, Levante tierra de Juan González Roldán y Sur tierra de
Sebastián Roldán…”Además
de censos a su favor por más de seiscientos reales, también ingresaba por
derechos de entrada, es decir, por pertenecer a la cofradía, diez reales por
los hombres y seis reales por las mujeres. Cada cofrade contribuía a modo de
limosna fija con la cantidad de dieciséis maravedíes al año. También se recogen
los gastos que soportaba, entre ellos algunos muy curiosos como: “… 37 reales que se pagan al predicador de
los sermones de disciplina […] seis
reales que se gastan en una arroba de vino, para curar los hermanos de
disciplina […] también suele tener dicha cofradía otros gastos precisos
como son compostura de ornamentos, reparos a la Hermita…”
Archivo Diocesano de Albacete. Vicaría de Alcaraz, caja 3054. |
No pareció
afectarle a la ermita el terremoto de Lisboa de 1755, que conmayor o menor
intensidad dejó su impronta en las poblaciones de la actual provincia de
Albacete si tenemos en cuenta el informe que sobre elsuceso se envió desde
el lugar de Elchecico:
“… se sintió por espacio de cinco minutos con mucha lentitud;
pero en Aina capital de aquella jurisdicción fue más fuerte y quebrantó la
Parroquia, la Ermita de San Sebastián, y algunas casas…”
Sin embargo, será la
visita realizada en 1766[10]
la que nos proporcionará más noticias sobre la disposición interna de la
ermita, aunque ninguna que arroje luz sobre las pinturas:
“… después continuó su
merced, la visita de la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios donde se hallaron
tres altares, todos corrientes, a exzepción del uno que no tiene Ara, nezesitan
retocarse las dos efigies de San Miguel y Santa Ana, estaba la iglesia y los
manteles sucios por lo que multó su merced al sachristan en dos ducados, no
necesita obra…”
Las visitas realizadas
con posterioridad a estas fechas no nos aportan información relevante para los
fines que perseguimos.
Cofradía de la Sangre de Cristo de Liétor.
En Liétor, villa
limítrofe con Aýna, se conserva en su Archivo Parroquial [11]
el libro de cuentas
de la Ilustre Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo, refundada en mayo de
1773 con arreglo a los capítulos que contenían las antiguas “constituciones”
perdidas o traspapeladas por esas fechas, por lo que “…se ha hecho preciso, con acuerdo de los hermanos, y con arreglo a los
capítulos de dichas constituciones que se conservan en la memoria de muchos,
escribirlas de nuevo…”
Está confirmada
documentalmente la antigüedad de la cofradía al menos desde el siglo XVI como
queda reflejado en diversos censos y testamentos, que también ponen de
manifiesto los distintos nombres con que se le ha designado a lo largo del
tiempo como cofradía de la Sangre de Cristo, de Jesús o de la Santa Vera Cruz.
Por los capítulos de
su refundación conocemos que no podían exceder de 102 hermanos (en desagravio
de las 102 bofetadas que según alguna revelación recibió Jesucristo) medida
esta que no afectaba a las mujeres, que podían sobrepasar esta cantidad si
llevaban una vida loable.
El capítulo 22 de
sus constituciones trata sobre los cofrades que deben asistir a la convocatoria
la tarde de Jueves Santo antes del Sermón de Disciplina y dispone que “…esa misma tarde como una hora antes de que
se predique el Sermón de Disciplina en la ermita, se haga convocación por las
calles tocándose el clarín y bocina, caja y campanillas por las calles,
personas que se hubiese nombrado en la junta del Domingo de Ramos, habiendo de
llevar para esta convocatoria el vestido de Nazareno y concluido dicho Sermón,
saldrá la Procesión desde dicha ermita por las calles acostumbradas hasta la
Parroquia procurando todos los hermanos formar dos filas sin mezcla de otros
que no lo sean, quienes con sus luces
seguirán el Paso de Jesús Nazareno…”
Sin embargo, es el capítulo
26 que trata sobre las Juntas que deben tener los hermanos en la ermita para la
Disciplina el que más luz arroja sobre esta práctica y que transcribimos
seguidamente: “…Que todos los miércoles
de Cuaresma y lunes y martes de Semana Santa desde las 7 a las 8 de su noche se
junten los hermanos en la ermita de San Sebastián en donde por el Capellán se
lea un poco de tiempo en alta voz y en
libros espirituales de desengaños y cosas importantes a la salvación de las
almas y después incados todos de rodillas pedirán a Dios Nuestro Señor perdón
de sus culpas y el especial favor que según sus conciencias necesitasen y
procurando guardar silencio, devoción y compostura delante de la imagen de
Jesús Nazareno que se haya colocada con dos luces en el altar de dicha ermita,
hasta que por dicho Capellán se haga seña para levantarse; y exhortados por
éste, apagadas las luces, cerrada la puesta y no permitiendo que haya ninguna
mujer aunque esté alistada en esta Cofradía, pues para esto se exceptúan, entonando el Miserere con mucha pausa, tomarán una disciplina con el fervor
que su espíritu les animase en desagravio de los azotes que a Nuestro Redentor
Jesucristo dieron en su Sagrada Pasión, y concluida y dicha por el Capellán la
oración correspondiente, se hará seña por éste y sacará una luz que tendrá
conservada en sitio prevenido para ella y encendidas las del altar e incados de
rodillas, haciendo un acto de contrición, se retiraran a sus casas;
distribuyendo el Capellán este tiempo de forma que no exceda de una hora…”
Capítulo 26 de las Constituciones de la cofradía “La Sangre de Cristo” de Liétor. Archivo Parroquial |
Descripción de las pinturas. Muro de la epístola y de los pies.
Las pinturas aparecidas en la ermita de los Remedios de Aýna
resultan de lo más interesante, no tanto desde el punto de vista artístico sino
desde el punto de vista documental, al mostrarnos gráficamente la práctica de
una procesión penitencial realizada por una parte de los vecinos de la villa,
de la que no existen precedentes.
Técnicamente no son grisallas, puesto que solamente se ha
ejecutado la sinopia o dibujo preparatorio de unas escenas en color negro,
probablemente con la idea de rellenarlas como grisallas propiamente dichas, lo
que no llegó a realizarse por causas para nosotros desconocidas, pues no se
aprecian restos de relleno en las mismas
Do cofrades portando hachas encendidas, precedidos de dos músicos tocando trompeta y corneta medieval |
La procesión penitencial se distribuye a modo de friso corrido a lo largo de las paredes de la epístola y de los pies de altar, quedando amplias zonas pintadas en las que su visión resulta dificultosa, perdiéndose definitivamente en otras partes en las que se abrieron huecos a posteriori (ventanas, puerta,...)
Cantiga 270. Pareja de cornetas medievales |
Musicos con instrumentos de viento(detalle) |
Estas pinturas contienen todos los elementos que conforman un
desfile procesional penitencial tal y como aparece descrito en las
“constituciones” de algunas cofradías de este tipo. Recordemos que en Aýna se
fundó en fecha indeterminada una cofradía con el nombre de La Sangre de Cristo, de la que no ha
llegado hasta nosotros ningún testimonio escrito relativo a su fundación y funcionamiento. La
procesión penitencial que discurre a lo largo de la pared de la epístola y de
los pies de la ermita la componen mayoritariamente tres tipos de cofrades,
ataviados con túnica larga hasta los pies, ceñida esta a la cintura, con un
capirote romo cubriéndoles el rostro.
Dispuestos en filas paralelas, desfilan por un lado los llamados “hermanos de luz”, es decir, los cofrades portadores de “hachas” o antorchas encendidas con las que iluminan el cortejo, sobre todo en la noche de Jueves Santo; les acompañan los “hermanos de sangre”, que van flagelando su espalda durante todo el trayecto con “disciplinas”; [12] otro grupo de cofrades, los “hermanos de carga”, serán los que porten en andas las imágenes religiosas.
También intervienen en ella otros personajes, como el
mayordomo de la cofradía, sacerdote, músicos…etc. En el desfile se seguía un
guión que venía predeterminado en las “constituciones” de la cofradía, como
recoge Milagros León Vegas[13]
en un estudio sobre este tema:
Intersección de los muros de la Epístola y de los Pies de altar, con hermanos de Sangre, de luz y mayordomo. |
“…El cortejo lo
encabezaban seis hermanos, vestidos con sus camisas negras y hachas encendidas
en las manos, los cuales escoltaban a uno de los mayordomos […] Tras ellos, un
acompañamiento de cantores entonando el Miserere Mei, con el único tañido
acústico de lastimosas trompetas. A continuación, el grueso del cuerpo
procesional con los hermanos de luz dispuestos en dos filas flanqueando, de esta
manera, a los de sangre, quienes, en principio más numerosos, ocupaban el
espacio central, quedando así iluminados por el tenue resplandor de los cirios
prendidos. Detrás de ellos, a modo de cierre del séquito un eclesiástico
sostendría un crucifijo de grandes dimensiones, custodiado por otros seis
cofrades con luminarias…”
Observando minuciosamente la procesión de esta ermita, es
inevitable pensar que estamos delante de la escena que se describe en la
narración anterior, donde es fácil reconocer a personajes como el sacerdote,
músicos, flagelantes, mayordomo, hermanos de luz, hermanos de carga portando
una imagen de Jesús Nazareno en un caso y de la Virgen en otro…,etc. Sin
olvidar el Miserere Mei, salmo penitencial cuyas primeras estrofas dispuestas en la parte superior a lo largo de la
estancia que ocupan las imágenes, posiblemente nos esté indicando que es ese el
himno litúrgico que los cofrades van implorando.
Personaje principal con cetro o vara de mando, sombrero y vestiduras con gorguera y gola. (Detalle) |
Rosario
(detalle) Foto: Jesús Moreno
|
Joven
sacerdote al comienzo del muro de la Epístola
|
“Disciplinas” proveniente del convento de Carmelitas Descalzos de Liétor. Museo Parroquial de Liétor. |
Miserere mei.-
MISERERE MEI, DEUS,
SECUNDUM MAGNAM MISERICORDIAM TUAM, ET SECUNDUM MULTITUDINEM MISERATIONUM
TUARUM, DE INIQUITATEM MEAN… (Misericordia,
Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo
mi delito, limpia mi pecado…)
Con las dos palabras
iniciales del texto en latín es conocido el más famoso de los salmos
penitenciales que la tradición judía puso en labios de David, creado a modo de
oración penitencial para obtener perdón y misericordia divina por su pecado de
adulterio.
Este texto escrito en
letras capitales es el que recorre la parte superior del desfile procesional
representado en la ermita de Aýna, considerada la oración más intensa y célebre
del Salterio,[14]
el salmo penitencial más repetido que sería musicalizado extensamente.[15]
Desde el siglo XVI
queda constancia de esta composición que se venía cantando como oración en los
cortejos penitenciales o de otro tipo, como
Fernán Caballero refiere en su célebre novela costumbrista la Gaviota:[16]
“…Se oía por intervalos y a pesar de las
ráfagas del huracán, la voz tranquila y sonora del anciano, que decía: Miserere
mei deus, secundum magnam misericordiam tuam. El coro de hombres respondía: Et
secundum multitudinem miserationum tuarum, de iniquitatem mean…Esta comitiva se
componía del cura y de algunos católicos piadosos, hermanos de la Cofradía del
Santísimo Sacramento que presididos por Manuel, iban a llevar a un cristiano
moribundo con los últimos sacramentos, los últimos consuelos del cristiano…”
No es este el único
testimonio, pues hasta nuestros días ha llegado una tradición documentada desde
el siglo XVI que tiene lugar en la localidad de Bercianos de Aliste (Zamora).
Se trata de las procesiones de Jueves y Viernes Santo, cuyos orígenes se
remontan hasta el primer tercio del siglo XVI, cuando el Papa Pablo III concedió
a la Cofradía de la Cruz una bula en la que otorgaba a los participantes en
estos actos indulgencias plenarias, entre otras concesiones. Desde entonces se
vienen celebrando estos desfiles donde participa
un número importante de cofrades cubiertos con túnicas blancas y caperuzas
romas, camino del calvario, entonando los hombres al unísono el “Miserere” en
latín y las mujeres en castellano.
Procesión de Bercianos de Aliste (Zamora) Autor: Byttax dj. |
Indumentaria.
Felipe II adoptaría
este tono negro como sinónimo de su imperio, difundiéndolo por las cortes
europeas, por lo que una de las características de su reinado será la
utilización de este color en los tejidos.
La indumentaria[18]masculina
utilizada en la época estaría formada por el Jubón[19],
prenda de vestir de la parte superior que conforme se adentra el siglo eleva el
cuello con el alzacuello que soporta
la lechuguilla, obligando así a
mantener la cabeza erguida. Las calzas como
prenda inferior pueden ser altas o bajas. Los altos de calzas estaban
elaborados con tiras y eran conocidos
como greguescas o calzones, estos
últimos ahuecados en forma y volumen variable. El uso de este tipo de
indumentaria masculina se alargaría hasta principios del siglo XVII.
COREG[ID]OR DE PROVINcias deste rreyno |
DON FRAN[CIS]CO DE TOLEDO
|
EGENPLO DEL P[ADR]E I CAECEDO, PENITENCIA. (Nueva Coronica y Buen Gobierno |
Un interesante manuscrito de 1615 nos muestra una ingente cantidad de ilustraciones recreando las costumbres que imperaban a finales del siglo XVI, que son las que le tocó vivir al autor de La Nueva Corónica y Buen Gobierno, atribuido al indígena Guaman Poma de Ayala, quien lo redactó con el objeto de plasmar la realidad andina para solicitar a la corona española una reforma, representando fielmente las figuras del corregidor con su vara, un penitente flagelándose, el virrey, esta última algo diferente, pero todas con el atuendo que se utilizaba en los años finales del reinado de Felipe II.
Consideraciones finales.
Una vez concluida la exposición sobre algunos de los aspectos
más destacados de la representación pictórica que se ha recuperado en la ermita
de Nuestra Señora de los Remedios de Aýna, trataremos de establecer algunas
conclusiones provisionales en torno a la misma, sobre el momento en que se
realizan y la razón que pudo motivar su
ejecución.
En primer lugar hemos de decir que no se ha podido precisar
el año de construcción de la misma, aunque se presume que pueda ser la más
antigua de la villa; tampoco hemos podido establecer documentalmente el momento
de ejecución de sus pinturas, aunque a tenor de todo lo expuesto anteriormente,
parece deducirse como fecha probable de ejecución el último tercio del siglo
XVI.
La mayor fuente de información escrita de la que disponemos
es la referente a las visitas pastorales que se realizaban periódicamente a la
villa por parte del visitador, casi siempre el vicario de Alcaraz. Todas las
que hemos podido manejar se realizaron a lo largo del siglo XVIII, algunas muy detalladas. Sin embargo, no se hace
mención alguna a pinturas en la ermita, de lo que se desprende que ya estaban
ocultas por una capa de yeso. Tampoco sabemos la fecha de construcción del coro
alto a los pies del altar, realizado con posterioridad a la edificación de la
ermita como se desprende de la observación de la media zapata que penetra en la
pared de la epístola en su función de sustentar la gran viga de madera sobre la
que se apoya el antepecho del coro, fracturando así la escena en ese lugar, por
lo que es razonable deducir que estas pinturas son anteriores a dicha
construcción.
Por estas visitas y por la información que se desprende del
libro De lo personal y Real de Ayna,
tenemos conocimiento de que también se conocía a ésta como la ermita de la
Sangre de Cristo, en clara referencia a la cofradía del mismo nombre que ya
existía en la villa y que se albergaba en ella. Sobre la cofradía de la Sangre
de Cristo de Aýna, tan solo sabemos que seguía funcionando como tal en el siglo
XVIII, con disciplinantes entre sus filas para conseguir las indulgencias como
también sucedía en la cercana población de Liétor, donde hubo otra cofradía del
mismo nombre activa desde el siglo XVI, de la que sí nos han llegado sus
“constituciones” en las que se recoge esta práctica, aunque, al parecer la
realizaban en la ermita de San Sebastián,
a puerta cerrada.
Respecto de los flagelantes,[20]
sabemos que fueron muy populares después del Concilio de Trento, realizándose
muchísimas fundaciones de este tipo en todo el territorio. Se hicieron tan
populares que Cervantes describe en El Quijote una procesión de flagelantes a
la que se enfrenta el protagonista en una de sus aventuras.
De la ermita también se han documentado diversas fases de
utilización a lo largo de los siglos con las consiguientes reformas, sin
precisar fechas –sabemos que se utilizó durante un tiempo como parroquia–,
según se desprende del informe arqueológico preliminar motivado por la
intervención que se realizó en la misma, que a su vez pone de manifiesto la
antigüedad del edificio.
Las pinturas representan un desfile procesional formado por
los miembros de una cofradía, en este caso la Sangre de Cristo, interviniendo
en la misma, entre otros, cofrades flagelándose, también llamados “hermanos de
sangre”, cofrades con hachas o antorchas encendidas, también llamados “hermanos
de luz”, detalle que posiblemente nos indique que la procesión representada se
esté realizando en la noche, presumiblemente de Jueves Santo, como era habitual
en este tipo de cofradías. Otro grupo lo formaban los “hermanos de carga”,
quienes portaban en andas las imágenes religiosas, en este caso el Nazareno y
posiblemente la Dolorosa. Todos van ataviados con túnica larga ceñida a la
cintura y capirote romo cubriéndoles la cabeza, lo que garantizaba su
anonimato, documentándose la utilización de este tipo de capirote durante todo
el siglo XVI. En esta procesión también participan eclesiásticos, músicos y el
mayordomo de la cofradía.
La indumentaria que visten los músicos, no exenta de cierta
suntuosidad, está formada por una prenda conocida como greguescos o cervantinos, que también nos remiten al siglo
XVI. Esta especie de calzas tiene su origen en Europa a principios de ese
siglo, prolongándose su uso hasta bien entrado el siglo XVII, como se desprende
de las imágenes de cuadros, estampas, monumentos figurados y otros. La prenda
que parecen vestir los músicos del cortejo se corresponde con un tipo de
greguescos sencillos, compuestos por un simple bullón de tela tableada que solo llegaba hasta las
ingles y que al parecer fueron los más usuales.
Era frecuente que los greguescos[21] hicieran juego con los bullones que se usaban al mismo tiempo en el arranque de las mangas, como se aprecia claramente en la figura de los músicos. Reflexión aparte merece la figura del personaje principal de la procesión, de la que destaca su indumentaria, su porte erguido, el preciso detalle del dibujo y su aspecto físico final, con barba corta y algo puntiaguda que enseguida nos recuerda la imagen conocida de Felipe II. La figura debe corresponder al Mayordomo de la cofradía, quien tenía obligación de participar en los desfiles. Aquí viste prendas características de la segunda mitad del reinado de Felipe II, distinguiéndose claramente la gorguera o lechuguilla y la gola. El sombrero con ala también es propio de esta época, pero lo que más nos llama la atención y nos confunde es, sin duda, el detalle que se oculta en la parte baja de éste, en donde se aprecia perfectamente una corona insertada. Sin duda, el pintor que ejecutó el desfile posiblemente se sirviera de grabados, estampas, ejecutorias u otros medios a su alcance que circulaban para estos menesteres, en los que aparecía la imagen real que no dudó en copiar–aunque sin los
Obsérvese la corona dibujada sobre el adorno del sombrero (detalle) |
Plato de Felipe II. Anónimo publicado en: Las tierras y los hombres del rey. Pág. 343. Obsérvese la corona sobre el sombrero y el Toisón de Oro. (Detalle) |
Era frecuente que los greguescos[21] hicieran juego con los bullones que se usaban al mismo tiempo en el arranque de las mangas, como se aprecia claramente en la figura de los músicos. Reflexión aparte merece la figura del personaje principal de la procesión, de la que destaca su indumentaria, su porte erguido, el preciso detalle del dibujo y su aspecto físico final, con barba corta y algo puntiaguda que enseguida nos recuerda la imagen conocida de Felipe II. La figura debe corresponder al Mayordomo de la cofradía, quien tenía obligación de participar en los desfiles. Aquí viste prendas características de la segunda mitad del reinado de Felipe II, distinguiéndose claramente la gorguera o lechuguilla y la gola. El sombrero con ala también es propio de esta época, pero lo que más nos llama la atención y nos confunde es, sin duda, el detalle que se oculta en la parte baja de éste, en donde se aprecia perfectamente una corona insertada. Sin duda, el pintor que ejecutó el desfile posiblemente se sirviera de grabados, estampas, ejecutorias u otros medios a su alcance que circulaban para estos menesteres, en los que aparecía la imagen real que no dudó en copiar–aunque sin los
atributos regios–,
pues el parecido es innegable, y el hecho de que dibujara sobre el sombrero una
corona probablemente nos indique su intención de simbolizar que la autoridad
emanaba de la corona, y en este caso, dentro de la cofradía la ostentaba el
Mayordomo. De haber querido dibujar la figura de Felipe II lo hubiera hecho con
el Toisón de Oro, como era habitualmente representado, lo que podemos verificar
en un plato de Talavera donde el pintor sí quiso plasmar la imagen de Felipe II
y lo hizo con el Toisón y la corona insertada sobre el sombrero.
Plato de Felipe II. Anónimo publicado en: Las tierras y los hombres del rey. Pág. 343. Obsérvese la corona sobre el sombrero y el Toisón de Oro. |
Ejecutoria de López de Valcárcel (Hellín) con la imagen de Felipe II. que porta corona, cetro y Toisón. |
La vara de mando o cetro era un atributo del Mayordomo de la cofradía, su seña de identidad, y estaba obligado a llevarla como queda reflejado en numerosas constituciones. Un ejemplo de ello lo vemos en un capítulo de las ordenanzas correspondientes a la cofradía de Nuestra Señora de la Asunción de Letur,[22] fundada a principios del siglo XVII: “…ordenamos e mandamos que los días de la Asunçión y Natividad y Encarnaçión de Nuestra Señora los Mayordomos que tengan la obligación de sacar la imagen de Nuestra Señora a el cuerpo de la iglesia do es costumbre junto a el altar mayor en sus andas sobre un bufete con su carpeta y la insignia dicha con su pendón se saquen asimismo en estas festividades, tengan obligación los mayordomos y mayordomas a asistir a primeras y segundas vísperas y misa con sus cetros guardando su costumbre antigua de venir desde sus casas a dichos oficios con la música que para solemnidad las dichas fiestas se truxere e toda la demás cofradía asista asimismo a dichos ofiçios e procesiones y acompañen la imagen…”
Enterramiento hallado en la ermita de Nuestra Sra. de los Remedios de Ayna. En la misma tumba se halló la vara metálica de la foto de abajo. (Jesús Moreno) |
Curiosamente, uno de
los enterramientos hallados en la ermita durante la intervención arqueológica
se correspondía con un varón de estatura media, que portaba una larga vara
metálica. No
sabemos si las pinturas se realizaron para que se terminaran posteriormente a
modo de grisallas, es decir, rellenadas con distintas tonalidades de grises por
otro pintor distinto al que las dibujó,[23]
en un procedimiento habitual en esa época; no olvidemos que el privilegio de
villazgo de Ayna otorgado por Felipe II en 1565 se iluminó un año después, como
reza una cartela del “candilieri”. Tampoco podemos descartar que la ejecución
de las mismas se concibiera para que quedaran con ese acabado en negro, el
color de moda en el reinado de Felipe II, a juzgar por la delicadeza del trazo
en algunas figuras y la perfección de su dibujo.
En cuanto al tipo de
letra utilizada en el salmo penitencial es la capital “quadrata”, mucho más
proporcionada y redonda que la rústica, cuya utilización fue muy común desde el
siglo XVI.
En consecuencia y sin
otros elementos de juicio que nos indiquen lo contrario, después de cotejar los
paralelismos existentes con otros desfiles procesionales análogos a este que se
describen en documentos del siglo XVI –constituciones de cofradías sobre todo–,
ver la indumentaria que visten determinados personajes civiles que también nos
remite a ese siglo, al igual que determinados
elementos usados por los cofrades que se empiezan a utilizar también en este
tiempo –capirote romo–, así como los instrumentos musicales representados en
estas pinturas, junto con el resto de elementos que hemos ido cotejando, a lo
que hemos de añadir la información documental disponible en las visitas
pastorales realizadas a la villa desde 1700 hasta finales del siglo XVIII que
nos ofrece descripciones –unas más exhaustivas que otras– del estado físico de
la ermita y sus pertenencias, en las que no se recoge ninguna alusión a la
existencia de estas pinturas. Todo ello nos inclina a pensar que las mismas se
realizaron en un momento indeterminado de finales del siglo XVI, aunque en otra investigación su autor indica que por el
estilo debieron realizarse a mediados del siglo XVIII[24].
En cualquier caso, nunca sabremos qué motivó
que esta representación se cubriese con una capa de yeso posiblemente en un
tiempo cercano al de su ejecución, pues la cofradía de la Sangre de Cristo
continuó con sus rituales probablemente hasta la prohibición de estas prácticas
y mucho antes las pinturas ya no estaban a la vista.
Pedro José Jaén Sánchez
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WILLIAM A. Christian
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[1]
Recogido de Marcial García García: La
Sangre de Cristo. “La Cortesía, nº 2” Cieza, Murcia.2010.
[2]
Archivo Diocesano de Albacete. Cofradía de San Blas (1602-1806) AYN-25, y
Cofradía de Ánimas (1724-1794) AYN-26.
[3]
Tanto la primera visita pastoral de la que tenemos noticias, realizada en 1700,
(Archivo Diocesano de Albacete, Vicaría de Alcaraz, caja 3160) como el libro de
lo Personal y Real de Ayna y Elche, (1775) correspondiente al Catastro de
Ensenada (Archivo Diocesano de Albacete, AYN-27) confirman estos datos, con
ligeras variantes.
[4]
Libro del Personal y Real de Ayna y Elche. Archivo Diocesano de Albacete,
AYN-27. Pág. 133-134.
[5]
Real Cédula de S.M. y Señores del Consejo, en que a consequencia de cierta
representación del Reverendo Obispo de Plasencia, se prohíben los
disciplinantes, empalados,…Año 1777. Madrid. Imprenta de Pedro Marín.
[7]
Consultora de Patrimonio Histórico y Arqueología: Largadata, S.L. (Informe
preliminar)
[8]
JAÉN SÁNCHEZ, PEDRO J.: Aproximación a la ermita de San Blas (Ayna). Boletín de la U.P.D. Diputación de
Albcete.2010.pág.27-31.
[9]Archivo
Diocesano de Albacete: Libro del Personal y Real de Ayna y Elche. Catastro de
Ensenada. AYN-27.
[10]
JAÉN SÁNCHEZ, PEDRO J.: Un modelo de visita pastoral. (Ayna 1766) Albasit nº 56. Albacete 2011. Pág-
99-126.
[11]
Archivo Parroquial de Liétor: LIE-15; LIE-16. Publicado en Revista Museo, nº 30, marzo 1989. Liétor(Albacete)
[12]
Especie de látigo, compuesto de cadenitas o cuerdecillas con nudos, que sirve
de instrumento de penitencia.(suele usarse en plural)
[13]
LEÓN VEGAS, M.: Entre el misticismo y la aberración. Declive de los flagelantes
en Antequera (siglo XVI). Baetica, nº
31. Málaga.2009.
[14]
Compendio de salmos, composiciones líricas musicales sagradas.
[15]
El más famoso el de Gregorio Allegri en 1638.
[16]
Fernán Caballero: La Gaviota. Cap.
XXV. Imprenta de F.A.Brockhans. 1868.
[17]
También conocido como “ala de cuervo” por su intenso matiz.
[18]
Fernández, Diana: “Vestir a la española” Revista
de Arqueología nº 322, pág.22-31.
[19]
Prenda interior que se lleva sobre la camisa y se une a las calzas por medio de
agujetas (cordones) Data del siglo XIV pero su auge lo adquirirá en el siglo
XVI, extendiéndose a Europa.
[20]
Son tema central en numerosos autores, sirvan como ejemplo la novela satírica
Fray Gerundio de Campazas de Juan Francisco. de la Isla, publicada en 1758; los
Discursos forenses de Juan Meléndez Valdés, publicados en 1821 o Cartas de
España de José María Blanco White, publicadas en 1822.
[21]
Diccionario enciclopédico Hispano-Americano 1892.
[22]
Jaén Sánchez, Pedro J.: Cofradía de Ntra. Sra. de la Asunción de
Letur(1613-1789) Testimonio sobre sus encierros de toros. Cultural Albacete, nº 6. Albacete, 2005. Pág. 36.
[23]
En la cercana población de Liétor existen debajo de las pinturas populares de
la ermita de Belén, otras pinturas anteriores, posiblemente grisallas,
representando a Santa Úrsula. Curiosamente, en el libro de la cofradía de la
Limpia Concepción de Nuestra Señora de Liétor de 1562 (Archivo Histórico
Provincial de Albacete. Sig.4631) figura como cofrade Ginés López, pintor.
[24] SÁNCHEZ FERRER, José: Singular
procesión penitencial pintada en la ermita de la Virgen de los Remedios de
Aýna. Revista Cultural Albacete, nº
6. Albacete, 2005. Pág. 41.