La exposición que organizó en 1925 la recién creada
Sociedad de Artistas Ibéricos en el Palacio del Retiro, significó un punto de
inflexión en el arte español del momento y el lugar en el que se conocieron
Benjamín Palencia y el escultor Alberto Sánchez. Palencia contó en la misma con
un espacio individual destinado a jóvenes promesas y Alberto lo haría junto a
su principal valedor, el pintor Rafael Barradas. La revista Alfar reproduciría ese año en un
número monográfico maternidad de
Alberto Sánchez y naturaleza muerta
de Palencia.
Mientras Alberto era reconocido por la crítica como
artista revelación y conseguía ser pensionado por la Diputación de Toledo, lo
que le permitiría continuar su andadura artística en Madrid con exposiciones
individuales en el Ateneo durante los años 1926 y 1927, Benjamín viajaría a
Paris en el otoño de 1925, donde continuó su formación asistiendo a las
clases de dibujo con modelo en “la Grande Chaumière” y participando
abiertamente de la estética que rodeaba a los integrantes de Cahiers d´Art, impregnados de un cubismo
muy depurado y de alguna de las innovaciones aportadas por el movimiento
surrealista de reciente aparición.
El intenso trabajo que realizó en París lo mostraría en
su primera exposición individual inaugurada en el Museo de Arte Moderno de
Madrid en 1928, donde volvería a exponer en 1930. Una de las consecuencias de
esta estancia sería la investigación con la materia y el color, indagando con
tierras, cenizas, paja, hojas secas…, es decir, materiales extraídos del propio
paisaje que incorporaría a sus lienzos, sentando con ello el precedente de lo
que muchos años después sería la seña de identidad del informalismo español.
A su regreso iniciaría junto con el escultor Alberto sus célebres
paseos por los alrededores de Madrid –a los que se unieron otros artistas–, con
la intención de implantar en España un arte nuevo, cuya referencia será el
paisaje castellano, aunque en su realización el método a seguir proceda de
París, siendo esencial en este sentido la experiencia acumulada por Palencia,
gestándose así una estética que posteriormente sería definida como “Escuela de
Vallecas”.
A partir de 1929, año en el que ambos artistas participan
en una colectiva celebrada en el Jardín Botánico, la obra de Palencia, que
estos años fluctuaba entre la figuración lírica y el surrealismo, se acercaría más a este
último movimiento en el que buena parte de su entorno amistoso ya participaba
activamente, como era el caso de Dalí, quien en noviembre de ese año expuso por
primera vez en la galería Camille Goemans
de París con asistencia de Palencia.
La década siguiente se inició con importantes
acontecimientos relacionados con el panorama artístico de esos años en los que
el ismo que mejor los define es el
surrealismo. Palencia abriría su tercera exposición individual, esta vez en la
Biblioteca Nacional, y ese mismo año en el Ateneo también se celebraría la
única exposición conjunta de Palencia y Alberto como máximos representantes de
la estética vallecana.
En abril llegaría la II República, bajo cuyo gobierno
resurgirá la Sociedad de Artistas Ibéricos que apostó por el surrealismo en
todas sus variantes y cuyo objetivo fue implicar al estado en sus proyectos, lo
que sucedería al ser elegida por el gobierno para mostrar en Europa la imagen
más moderna del arte español contemporáneo, con un ambicioso programa que
contemplaba su difusión con exposiciones dentro y fuera de España y la creación
de una revista propia: Arte, de la
que solo verían la luz dos números. Con este fin se sucedieron una serie de
exposiciones dentro y fuera de España, de las que Palencia y Alberto
participaron en la de Copenhague y Berlín, celebradas en 1932 y1933
respectivamente.
Sobre esta primera exposición existe una crítica
realizada por el diario danés Daguens
Nyheder que consideraba que lo expuesto tenía poco de moderno y mucho de
tomadura de pelo; sobre un cuadro de Benjamín Palencia opinaría: “…¿Han visto Vds. que usa barro y arena
auténtica para sus cuadros? No debe estar muy bien de la cabeza cuando a uno de
sus cuadros le da el título de “tierra silúrica”. Ese año Benjamín pintaría
su célebre retrato del escultor Alberto que
un año después sería elogiado en la galería Pierre de Paris.
RETRATO DEL ESCULTOR ALBERTO SÁNCHEZ
El lienzo forma parte de los fondos donados al Museo de
Albacete por Benjamín Palencia quién lo realizó sobre un fondo color terracota,
típico de este periodo, en el que se representan diversos rostros
esquematizados a base de líneas que nos recuerdan la descomposición cubista y
nos sumergen en el Surrealismo, concediendo gran importancia tanto al
espatulado y la textura de materiales, como al collage que forman las hojas
secas contenidas en la parte superior. Benjamín Palencia utiliza un tratamiento
matérico de la superficie que será precursor del informalismo.
El retrato del escultor Alberto formó parte de la
exposición que Palencia realizó en la galería Pierre Loeb de París en 1933, que
fue visitada, entre otros, por Bretón, Péret y Aragon, máximos formuladores del
Surrealismo.
CRONOLOGÍA DEL SURREALISMO
1917. Apolinaire habla por primera vez de
surrealismo
1918. Exposición de Joan Miró en Barcelona
1919. Fundación de la revista Litterature dirigida por Bretón,
Soupault, Aragon y Éluard, erigida como portavoz del movimiento surrealista.
1925. El 18 de mayo, en la Residencia de
Estudiantes pronuncia la conferencia “Surrealismo” Louis Aragon, uno de los formuladores del
movimiento surrealista. Primera exposición de Dalí en Barcelona
1930. Escándalo por la proyección de la edad de oro de Buñuel y Dalí en
París.
1932. Primeras exposiciones surrealistas en
EE.UU.
1933. Primer número de Minotaure.
1935. Exposición internacional de
Surrealismo en Tenerife. Péret y Bretón con el grupo surrealista Tenerife.
1937. Péret en las filas del ejército
republicano español.
AUTOR DEL TEXTO:
Pedro José Jaén Sánchez. Licenciando
en Geografía e Historia.
Publicado en La Tribuna de Albacete, 25 mayo 2012, pág. 20.
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